Los regantes de Torredonjimeno exigen a la Confederación el uso de aguas regeneradas tras siete años de espera

Este viernes, los regantes de Torredonjimeno han vuelto a alzar la voz. Hartos de promesas incumplidas y de años de papeleo sin resultados, se han concentrado ante las puertas de la Subdelegación del Gobierno en Jaén y también frente a la sede de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, exigiendo una solución inmediata que les permita aprovechar las aguas regeneradas que discurren junto a sus explotaciones y que, a día de hoy, no pueden utilizar.

Siete años de trámites, siete años de palabras vacías y siete años viendo cómo el agua pasa de largo, denuncian. La situación ha llegado a un punto límite, y los agricultores han dicho basta.

La historia comenzó oficialmente el 28 de junio de 2002, cuando un grupo de agricultores solicitó a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) una concesión de aguas procedentes de la futura depuradora. Durante años se presentaron informes técnicos, sanitarios y ambientales, con el respaldo unánime del Ayuntamiento de Torredonjimeno. En 2015, tras un largo proceso, la CHG les otorgó la concesión de aprovechamiento de aguas públicas (expediente E-1528/2002), con un caudal estimado de 896.595 metros cúbicos anuales, destinado a regar unas 597 hectáreas de olivar tradicional.

Los agricultores, la mayoría con pequeñas explotaciones familiares, acometieron entonces las obras necesarias para hacer realidad ese sueño. Construyeron balsas, naves e instalaciones de riego, y muchos de ellos tuvieron que recurrir a préstamos personales para cubrir los costes. A finales de 2015, sus olivos comenzaron a recibir los primeros riegos.

Pero en 2018, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía truncó la esperanza. La resolución estimó el recurso de un particular y una empresa, y obligó a retrotraer el expediente por una supuesta falta de audiencia pública, derivada de un cambio menor en la ubicación de la EDAR. La Abogacía del Estado consideró que dicho cambio no alteraba las condiciones del proyecto, pero el procedimiento quedó paralizado.

Desde entonces, la situación está en punto muerto. Aunque en 2021 se concedió una autorización temporal (AUTEM-228/2021) para captar agua en invierno y almacenarla, estas medidas han resultado insuficientes. Los años de sequía y baja producción se acumulan, mientras las infraestructuras construidas por los agricultores se deterioran.

Lo que está en juego no es solo el aprovechamiento de un recurso hídrico fundamental para el presente y el futuro del campo tosiriano, sino también la dignidad de quienes llevan años luchando con paciencia y perseverancia. El agua regenerada, ya tratada y vertida, podría ser la clave para aliviar la presión sobre los cultivos y garantizar la sostenibilidad de muchas explotaciones agrícolas.

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