El Molino del Cubo se cae y necesita una intervención urgente que evite el deterioro en el que se encuentra desde hace tiempo esta edificación histórica de Torredonjimeno.
El alcalde, Enrique Castro, la concejal de Cultura, Sela Ibañez y el catedrático del área de Historia Medieval de la Universidad de Jaén, Juan Carlos Castillo, han visitado el molino y su entorno, con el objetivo de conocer el estado actual del edificio y las posibles intervenciones que se podrían llevar a cabo próximamente.
Según ha destacado a este medio el alcalde tosiriano, por el momento se pretende frenar el deterioro en el que se encuentra el edificio, planteándose posteriormente un proyecto de consolidación y recuperación de este Bien de Interés Cultural (BIC).
En la actualidad se han abierto grietas en varios lugares de la fachada principal y la vegetación silvestre lo está envolviendo por completo, acelerando el deterioro general de todo el inmueble.
Historia:
El 30 de noviembre de 1227, el rey Fernando III de Castilla conquistó de la ciudad de Baeza y un año más tarde, el 8 de diciembre de 1228, el rey castellano donó las tierras del territorio de Martos y su comarca a la Orden de Calatrava, que será quien construya el molino bien entrado el siglo XV, en el año 1437, junto al también llamado arroyo del Cubo.
La historia del inmueble pasaría desapercibida hasta que, en tiempos de la Guerra Civil, se reunieran bajo su amparo gentes de toda la ciudad para hacer trueques de alimentos e incluso reuniones prohibidas, por lo que los trabajadores del molino decidieron inventar la leyenda de que un duende habitaba en la construcción.
Descripción:
La forma con la que diseñaron este molino-fortaleza es cúbica, de ahí su nombre. No es, por lo tanto, una obra hidráulica semejante a los molinos de cubo de origen islámico o medieval.
Aprovechaba la cascada de agua que caía del arroyo para hacer girar la noria que se encontraba en la parte superior del molino. Encima del pórtico de entrada hay una piedra con forma de lápida que posee una inscripción, aunque debido a las mutilaciones del tiempo hace que sea a día de hoy imposible de interpretar.
La cubierta presenta una continuidad entre la parte ocupada por el cubo, plana, y el tejado a un agua de la sala de molienda, del que han desaparecido las tejas. La pervivencia de restos de la cornisa del alzado principal tallada en piedra indica la existencia de un vuelo para verter las aguas lejos de la fachada.
El conducto vertical del cubo, de 1,5 metros de diámetro, podría llegar a alcanzar los 12,50 metros de profundidad. Actualmente el fondo se encuentra cegado por escombros, por lo que no se puede observar la salida del agua. Una evidencia que indicaría que el molino reaprovechó y reforzó el cubo de otro molino anterior, deriva de la distinta orientación que presenta este elemento respecto a la sala de molienda, aunque esta posición girada pudo estar condicionada por la morfología del terreno rocoso en el que está inserto.
Todos los paramentos están construidos con sillarejo unidos con argamasa, que aún presenta restos de enfoscado de cal coloreada con almagra.
